SIlvia Copetti es médica de familia de Catalunya que partició en la Jornada #evaluadiabetes que realizamos en Granada hace unos días. Su testimonio, basado en la experiencia de colaborar con el Programa de Paciente Experto, fue de gran interés en la primera mesa de debate. Aquí tenemos su testimonio:
Los tiempos están cambiando, vivimos en un mundo globalizado que ha modificado
nuestros estilos de vida, vivimos en una sociedad donde la participación
ciudadana se acerca cada vez más a los sistemas de salud, el paciente de hoy
día es un paciente en general más informado y su rol va alejándose de esa
pasividad que le caracterizada y empieza a participar de forma más activa en la
toma de decisiones sobre su salud y/o enfermedad.
Nosotros, profesionales sanitarios y
médicos en particular, debemos
reflexionar y debemos actuar. La cuestión que se plantea ante este despliegue
de información y cambios es si estamos preparados ante esta situación y si
estamos dispuestos a desarrollar nuestro rol en el nuevo escenario y colaborar
en el llamado empoderamiento del paciente.
La educación del paciente es
fundamental para conseguirlo y para
obtener unos buenos resultados en salud y ésta se puede abordar desde
diferentes vertientes.
Cuando un profesional sanitario empieza a ejercer, y así fue en mi
experiencia personal, suele ser la
modalidad educativa a nivel individual en la consulta la que prima pues
así nos han enseñado y así los pacientes están acostumbrados. De todas formas
es necesario avanzar y alejarse de la
relación paternalista médico –paciente e
ir proyectándonos hacia una relación más deliberativa que beneficiará a ambas
partes.
Otra opción es la intervención
educativa en grupo conducida por profesionales de la salud. Un paso adelante en
la educación del paciente que yo misma pude experimentar. Esta modalidad
enriquece al profesional pues transmite
información y al mismo tiempo la recibe a través de la interacción de los pacientes. Los
participantes también se ven favorecidos por varios factores terapéuticos
intrínsecos al grupo, a resaltar:
- el altruismo (dar y obtener apoyo)
- la universalidad (reducción del sentimiento de soledad y aislamiento)
- la catarsis (hablar sin censura, familia suplente)
- aprendizaje interpersonal (aprender patrones de comportamiento escuchando la experiencia del otro) sin olvidar la transmisión de información (al interactuar entre ellos).
De todas formas, el salto cualitativo que marca la diferencia en el campo
de la educación es sin duda cuando, bien sea a partir de una
intervención individual o bien a partir de un grupo estándar, somos capaces de
identificar a un paciente por una serie de
características propias ( conocimientos, habilidades y actitudes en
relación a una enfermedad por un lado y motivación, disponibilidad y
habilidades comunicativas), formarlo y entrenarlo convirtiéndolo en un Paciente Experto capaz de conducir un grupo de pacientes que presentan su misma
enfermedad y dónde los profesionales sanitarios asumen un rol de observador.
Como observadora de algunos de estos grupos destacaría la oportunidad que
nos da esta experiencia a los profesionales para realizar una autorreflexión y
autocrítica personal. Nos permite darnos cuenta de que con frecuencia no
acabamos de impactar e impregnar con nuestros mensajes, mientras que el
Paciente Experto, mucho más próximo a
los pacientes, tanto por la vivencia de la enfermedad como por el lenguaje
utilizado, consigue movilizarlos facilitando la concienciación de la patología
que padecen.
La concienciación y el
empoderamiento son claves para conseguir pacientes capaces de tomar decisiones
compartidas durante el proceso de enfermedad y
poder modificar hábitos y estilos de vida.
El aprendizaje entre iguales tiene un potencial inmenso que va más allá del
grupo formado por el Paciente Experto y pacientes que comparten la misma
enfermedad.
Esta modalidad de aprendizaje es capaz de crear una red de interrelaciones
informales que amplifica su efecto y se
extiende por la comunidad.
Llegados a este punto la pregunta que puede surgir es: ¿por cuál
decantarnos?. Ante todo respondería coherencia y sentido común. Las tres
modalidades educativas son complementarias y se potencian entre ellas. Todas se
muestran útiles, lo importante es saber decidir para cada paciente en
particular cuál es la más adecuada y
saber proponerla en el momento oportuno.
Sin duda alguna la relación médico-paciente a nivel individual siempre
estará presente y difícilmente dejará de existir, lo que sí es necesario es que evolucione, como ya he
mencionado anteriormente, hacia una
relación más deliberativa.
Por todo ello ha llegado la hora de que los profesionales vayamos
desterrando creencias limitantes y asumamos nuestro nuevo rol desarrollando una atención centrada en la
persona/paciente y garantizando en todo
momento un buen acompañamiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario